El confinamiento y la educación en línea impuestos por la emergencia del COVID-19 causó una disminución de la actividad física y el tiempo al aire libre y aumentó el tiempo frente a pantallas, dando como resultado un mayor índice de obesidad entre los niños de siete a nueve años en Europa, según revela un informe de Organización Mundial de la Salud (OMS).

En este nuevo informe, la OMS alerta de la importancia de abordar la obesidad infantil y sostiene que los países europeos deben dar prioridad a la alimentación saludable y la actividad física para los niños en todas las etapas de desarrollo, lo que requiere «una legislación integral, multisectorial y obligatoria que proteja a los niños en todo momento y en cualquier situación».

En concreto, el estudio revela que, en base a los datos aportados por 17 países europeos donde se encuestó a 50.000 niños, el 36 por ciento de los niños aumentó el tiempo viendo televisión, jugando juegos en línea o usando las redes sociales durante los fines de semana, y el 34 por ciento aumentó el tiempo frente a una pantalla recreativa los fines de semana.

Así, el 28 por ciento de los niños disminuyó sus actividades al aire libre entre semana y el 23 por ciento las redujo los fines de semana. En tanto, el consumo de comidas caseras subió un 30 por ciento y la compra de alimentos al por mayor un 28 por ciento.

En respuesta a estos datos, la OMS propone restringir la comercialización y gravar los productos no saludables; etiquetar los alimentos; desarrollar programas escolares para mejorar las dietas y promover la actividad física; y provocar cambios en la rutina diaria de los niños.

NIÑOS MÁS TRISTES

Los efectos de esta alteración de las rutinas infantiles tuvieron un efecto negativo en la salud no sólo física, sino también mental de los niños, según señalan desde la organización.

En este sentido, la OMS destaca que el 42 por ciento de los niños dijo que bajó su sensación felicidad y bienestar, el 20 por ciento se sintió triste con más frecuencia, y el 25 por ciento se sintió solo con mayor frecuencia.

El asesor regional de la OMS para Nutrición, Actividad Física y Obesidad, Kremlin Wickramasinghe, se refirió con preocupación a los hallazgos de la investigación, entre los que resaltó una subida de los hábitos alimentarios poco saludables y el sedentarismo.

Sin embargo, Wickramasinghe subrayó algunos de los matices del estudio, como que «en algunos países hubo cambios positivos, como más familias comiendo juntas», aseguró.

«Espero que este informe haga sonar una alarma y nos impulse a tomar medidas urgentes para mejorar los patrones de nutrición y actividad física en Europa, especialmente creando entornos que respalden comportamientos saludables», recalcó.

Por su parte, una de las autoras del estudio, la doctora Ana Rito, instó a los Estados a reflexionar sobre el tema con el fin de desarrollar planes que permitan abordar las futuras crisis minimizando los daños a la salud.

FUENTE: medicosypacientes.com

 


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