La Dra. Elisa Seijo es la representante de Psiquiatría infantil y de la adolescencia en la comisión nacional de la especialidad. En esta entrevista a Médicos y Pacientes, la doctora aborda la situación de esta especialidad, que ha sido reconocida recientemente en nuestro país. En la actualidad, destaca que "el 50 % de las patologías mentales tiene origen antes de los 14 años", motivo por el que existe un gran campo de actuación.

¿Cómo le explicaría a la sociedad en qué consiste la labor de un médico especialista en Psiquiatría infantil y de la adolescencia?  

Esa es la pregunta que siempre hay que contestarle a un niño cuando entra en la consulta de un Psiquiatra infanto-juvenil: “¿sabes que es un Psiquiatra infantil y a qué se dedica?”. La respuesta adaptada es “Soy un médico especialista en las emociones y en lo que éstas nos hacen sentir y hacer” y ahí se sigue, “¿Sabes lo que son las emociones?”, …

Con palabras adultas, un Psiquiatra infantil y de la adolescencia es un médico que se especializa en el diagnóstico y el tratamiento de los desórdenes del pensamiento, las emociones y/o el comportamiento que afecta a los niños, adolescentes y sus familias. Teniendo en cuenta que según los datos de los que disponemos, el 50 % de las patologías mentales tiene origen antes de los 14 años, tenemos un gran campo de actuación.

¿Cómo cree que se puede educar en salud a los ciudadanos para intentar que no se conviertan en pacientes?

La salud mental es un componente integral y esencial de la salud. La OMS dice: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.» Una importante consecuencia de esta definición es que considera la salud mental como algo más que la ausencia de trastornos o discapacidades mentales.

Una de nuestras tareas sería por tanto promover la Salud Mental. Esto tiene que llevarse a cabo en varios frentes a la vez; hay que realizar intervenciones que creen entornos y condiciones de vida que propicien la salud mental y permitan a las personas adoptar y mantener modos de vida saludables. En lo concreto, en relación a la infancia y adolescencia, pasaría por mejorar las condiciones socioeconómicas de la población mediante programas multidisciplinares (en colaboración con Servicios Sociales), intervenciones en la infancia precoz junto con los servicios educativos (creando entornos estables de desarrollo tanto a nivel físico como emocional, que le den apoyo y estimulen su desarrollo) así como actividades de promoción de la salud mental en la escuela; programas de prevención de la violencia y consumo de tóxicos entre los adolescentes….

Las pautas generales y adaptadas a cualquier franja de edad en nuestro entorno serían: aprender a cuidarse tanto a nivel físico manteniendo el cuidado básico necesario (no saltarse las horas de comida, ni de descanso, dormir y descansar de manera regular) como emocional, por ejemplo planificando una rutina fuera del trabajo, manteniendo contacto con amigos y familiares y realizando auto-observación de las propias emociones y pidiendo ayuda en cuanto se detecten signos de afectación a nivel emocional, igual que lo hacemos a nivel físico en cuanto sentimos alguna molestia.

¿Cuál es el papel de los padres y los educadores en este sentido? ¿Cómo se les puede “formar” para que puedan detectar de forma temprana la necesidad de acudir a un especialista?

El papel de ambos es fundamental para un correcto desarrollo del niño/adolescente.

Por un lado, los padres son el eje central y más precoz de influencia sobre el niño. Se considera que el núcleo familiar es el mayor promotor del desarrollo personal del niño, tanto a nivel físico, como a nivel psicológico y social.

Por el otro, el papel de los educadores es también básico, ya que los niños pasan la mayor parte del día en el colegio por lo que en su desarrollo es muy importante una buena adaptación escolar y un clima que favorezca su crecimiento, en el sentido más amplio de la palabra.

En ambos contextos se insiste en la necesidad de mantener una comunicación fluida en ambas direcciones (tanto del padre/educador hacia el niño, como al contrario), de modo que, estableciendo un marco y unos límites claros dentro de los cuales se moverá el niño/adolescente, se mantengan abiertos todos los canales para que ante las primeras señales de que algo está pasando, seamos capaces de reaccionar de manera conjunta.

¿Qué implicaciones tiene que se haya creado esta especialidad MIR?

Hasta ahora, en España, el abordaje de la enfermedad mental en la infancia y adolescencia estaba incluida dentro de las competencias de la especialidad de Psiquiatría. Pero la calidad de la atención ofrecida en cada Comunidad Autónoma dependía necesariamente de la formación particular de cada profesional, y no se establecía mediante una formación reglada y estandarizada en el campo infantil y juvenil. A través de la creación y dotación de la especialidad de Psiquiatría de la Infancia y Adolescencia se consigue la necesaria homogeneización en la atención y formación de profesionales entre las diferentes Comunidades Autónomas garantizando así la identificación precoz y el tratamiento eficaz y de calidad, bajo el fundamento de equidad en salud. Esta es para mi una de las principales implicaciones que tiene la creación de la especialidad.

¿Cuáles son las necesidades más urgentes en el ámbito de la Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia?  

En la situación que se está viviendo en este momento en todo el país, con un importante incremento de la demanda de atención por parte de esta franja de población y sus familias, creo que es acuciante no sólo una apuesta en firme por la correcta implantación y desarrollo de la especialidad sino también un incremento en la dotación humana de los equipos asistenciales y el desarrollo de los dispositivos específicos que actualmente son claramente insuficientes para la demanda existente.

¿A qué retos se enfrenta esta especialidad?

Uno de los propósitos fundamentales, además de la homogeneización en la formación de todos los profesionales que se van a dedicar a la salud mental de los niños y adolescentes, es facilitar la detección e intervención temprana de trastornos mentales y del neurodesarrollo en los más pequeños para evitar, en medida de lo posible, su progresión a la etapa adulta. También reducir las complicaciones de los problemas de salud mental en estas edades, facilitando la integración familiar, social, educativa y laboral. Así mismo, otro gran reto es ayudar a desestigmatizar de una vez los trastornos mentales y la psiquiatría, y a entender que son una parte fundamental de la salud.

¿Qué consejo le daría a alguien que desee iniciar su formación en Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia?

Ante todo, que ha escogido una especialidad fascinante, en la que aún nos queda mucho por conocer, por lo que es muy importante tener una base de conocimientos teóricos sólida. Hay que conocer bien los hitos del desarrollo, no solo a nivel físico, sino también su desarrollo evolutivo emocional y conductual a lo largo de la infancia y la adolescencia.

Que siempre mantenga todos los canales de información abiertos, porque muchas veces la clave para poder ayudar a un niño la tiene el colegio, o los padres o su profesora de clase particular. Para ello, va a tener que desarrollar muchas habilidades clínicas que son fundamentales para el resultado satisfactorio del tratamiento y que pueden desarrollarse desde esta especialidad formativa. Es fundamental tener una muy buena formación en estos aspectos.

Y finalmente que no hay nada más gratificante que poder aportar tu granito de arena para que un niño, niña o adolescente que un determinado momento vea paralizada su vida por una enfermedad mental, pueda seguir adelante con un desarrollo óptimo a todos los niveles. Y eso sí, que se prepare para estudiar y mantenerse al día porque es una rama de la medicina en constante evolución.

¿Cuál es su papel como representante de la comisión nacional de esta sección especializada?

La comisión nacional de la especialidad de Psiquiatría de la Infancia y Adolescencia (P-IA) es un órgano asesor del Ministerio de Sanidad que tiene como funciones principales la elaboración del programa de formación de la especialidad de P-IA; la participación junto con el Ministerio en la elaboración de los requisitos para la acreditación de las futuras Unidades Docentes; y en estos momentos de inicio, el análisis de las solicitudes de acceso al título de especialista de P-IA. Así mismo, diseña la estructura básica del Libro del Residente de cada especialidad y tiene otra serie de funciones inherentes a su naturaleza de órgano consultivo.

Como vocal representante de la OMC, además de participar en lo anteriormente descrito y cumplir con las funciones básicas de los vocales, mi papel es velar porque en el desarrollo de estas funciones, se salvaguarden los principios deontológicos y ético-sociales de la profesión médica, así como su dignidad y prestigio y se defiendan los intereses profesionales de los colegiados.

FUENTE: medicosypacientes.com


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