Dres. Nieto y Carmona, representantes nacionales de Medicina Privada por cuenta propia y ajena, de la OMC

Noticias alarmantes en relación con la sanidad nacional aparecen casi a diario en la prensa: "se muere un paciente en urgencias esperando ser atendido", "esperas de más de veinte horas en urgencias para ser atendido", "nuevas normas de clasificación a los enfermos en urgencias", etc ... y estamos esperando el repunte de la gripe estacional en nuestro país.

Por otro lado hemos de reconocer, como también se publica diariamente, que la sanidad española está entre las primeras del mundo en cuanto a recursos sanitarios: trasplantes, donaciones universalidad de la asistencia, etc.

Pero en los informes de la OCDE se nos dice que España destina año tras año menos euros por persona a la sanidad, que en años anteriores; y la OCDE lo refleja en el análisis de indicadores sanitarios, mientras hay un auge de la sanidad privada, que está tirando del conjunto global del gasto sanitario a la vez que la inversión pública es cada vez menor.

El peso de la sanidad privada en el PIB sube porcentualmente, mientras que el gasto sanitario público baja en su aportación al PIB sanitario.

Estos problemas pueden recrudecerse si se altera la balanza del sistema sanitario público español. En concreto nos referimos al problema financiero de las Mutualidades: Mugeju, Isfas y sobre todo MUFACE, sin dejar de reconocer que estos sistemas conforman también el SISTEMA SANITARIO PUBLICO ESPAÑOL, que siendo un sistema sanitario universal y publico para todos los españoles, en el mismo hay distintos tipos de proveedores sanitarios, que no son solamente los del mutualismo administrativo.

Esta distinta provisión sanitaria, al margen de las mutualidades, existe en diferentes comunidades autónomas en diferentes formas perfectamente reconocidas y aceptadas: empresas públicas, conciertos, concesiones, etc. Y entre todos los SISTEMAS PÚBLICOS se mantiene el sistema sanitario español en los altos niveles que le reconocemos.

No podemos olvidar la contribución del sistema sanitario privado con un aseguramiento de unos nueve millones de personas que, estando cubiertos por el sistema público nacional (al que contribuyen con sus impuestos), realizan el gasto sanitario al margen del sistema, cooperando con la asunción de la siniestralidad al mantenimiento del mismo.

El sistema de las mutualidades, encabezado por MUFACE contribuye directamente al mantenimiento de la Sanidad gestionada por las comunidades autónomas y el Ingesa.

Hay unos dos millones de usuarios de la Sanidad en estos sistemas de mutualidades, que con unos pagos capitativos menores que los del sistema de comunidades, reciben asistencia pública a través de proveedores privados, reconociendo que hasta hoy lo han elegido más del 80% de quienes pueden elegir.

Este sistema privado de sanidad pública da empleo a un gran número de médicos y personal sanitario, ya que permite la introducción de la sanidad privada en zonas en las que si no existiera sería imposible mantenerla.

En conjunto el sistema de mutualidades mantiene el trabajo privado a más de 40.000 médicos y a un personal sanitario cercano a las 250.000 personas, disponiendo de un gran número de hospitales y consultorios que sin esta base no podrían existir.

La falta de financiación a que se está sometiendo al sistema MUFACE puede llevar a la desaparición del mismo a corto-medio plazo. Volviendo al principio del artículo ¿Quién se va a ocupar de estos pacientes en caso de que esto ocurra? ¿Qué haríamos con estos dos millones de personas? ¿Añadirlos a los ya sobresaturados servicios de salud autonómicos, aportándoles una financiación inferior?

Si a esto se suma el cierre de muchos centros privados ¿Cuántas personas dejaran la asistencia privada e irán al sistema público? En caso de emergencia como en las epidemias gripales, ¿Dónde se atenderá a tantos pacientes? Las veinte horas de espera que ahora se denuncian en algunos medios, ¿A cuántas llegarán?

La contestación a estas preguntas debemos encontrarlas en los gestores económicos y de la sanidad. Los mutualistas todavía pueden elegir el sistema de prestación sanitaria, pero existe el peligro de que su infrafinanciación acabe por hacerlo inviable. ¿Hasta cuándo podrán seguir eligiendo?